A partir de los últimos descubrimientos científicos en perinatalidad, pareciera que finalmente se están encontrando la ciencia y el saber intuitivo, estamos construyendo puentes entre el modelo biomédico y la vida humana tal cual es, con toda su complejidad y también con toda su simpleza.
Una partera tradicional no necesita conocer la información que hoy tenemos sobre el proceso fisiológico y neurohormonal del parto, y sin embargo ella es perfectamente capaz de protegerlo y acompañarlo. Sabe lo que tiene que hacer (y sobre todo, lo que no tiene que hacer) para dejarlo fluir, sin intervenciones. Dije una partera tradicional, pero podría haber dicho mi gata. Mi gata sabe también, lo sabe mejor que yo, que he leído los artículos científicos al respecto.
Sin embargo, esto no es para mí una crítica al modelo biomédico ni a los avances que hacen las ciencias. Los avances científicos salvan y mejoran muchas vidas, no lo pongo en duda. Pero sí creo que es importante recordar que la ciencia y la técnica no son nuestras enemigas. Lo que hace la diferencia es el uso que hacemos de ellas: un uso que a veces salva vidas, abre espacios, permite nuevos diálogos, y a veces se convierte en abuso, violencia, autoritarismo.
Yo no sostengo que habría que volver el tiempo atrás, volver a parir en las cavernas, porque todo tiempo pasado fue mejor. Entiendo el proceso de la historia de la humanidad como un espiral. A veces pareciera que volvemos hacia atrás, pero nunca pasamos dos veces por el mismo lugar. Tenemos nuevas técnicas y tecnologías y podemos usarlas, y sobre todo, podemos decidir cómo usarlas.
Como dice el médico obstetra francés Michel Odent "Hoy tenemos otro modo de ser bilingües: podemos combinar lo que podemos llamar el lenguaje del corazón con el lenguaje científico".
Es posible una unión armónica entre ciencia y humanidad, o más bien animalidad.