¿Existe una sola manera de definir y comprender la salud y la enfermedad? A primera vista podría parecer que sí, que todos estamos de acuerdo en qué es la salud, qué es la enfermedad y cómo deberían ser los cuidados en cada caso. Sin embargo, existen, por lo menos, dos maneras de comprender la salud y la enfermedad. En este artículo nos enfocaremos principalmente en una de ellas, el modelo biopsicosocial. Analizaremos sus diferencias con el modelo hegemónico actual, el modelo biomédico y reflexionaremos sobre su importancia en perinatalidad.
Pensarás ¿tiene esto un interés puramente teórico? Y la respuesta es un rotundo no. El modelo subyacente de salud, es decir la idea que tengamos sobre la salud, la enfermedad y su atención definirá el modo en que abordaremos a las personas que acudan a nuestra consulta, las prioridades que tendremos al atenderlos y las propuestas terapéuticas que podamos ofrecerles.
El modelo biopsicosocial y el modelo biomédico
Personal y profesionalmente, el modelo que me parece más apropiado es el llamado modelo biopsicosocial. De acuerdo a Taylor (2003) este modelo “concibe a la salud o enfermedad como una compleja interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales”. Implica la convicción de que no puede existir una división tajante entre cuerpo y mente al abordar cualquier problemática de salud, y a su vez remarca la inutilidad de un abordaje que se desentienda del aspecto social inherente a toda situación humana. Como afirma Mas Colombo, Risueño y Motta (2008) “tanto el tratamiento del cuerpo como el del psiquismo requieren de observar, comprender y explicar la dinámica social que subyace y que entreteje las particularidades cognitivas del hombre”.
El modelo biopsicosocial surge como reacción o en respuesta al modelo biomédico que domina aún hasta nuestros días la medicina y del cual incluso se pueden observar rastros en algunas teorías de la psicología. Para definirlo podemos tomar las características que menciona Menéndez (2003): “biologismo, a-sociabilidad, a- historicidad, a-culturalismo, individualismo, eficacia pragmática, orientación curativa, relación médico/paciente asimétrica y subordinada, exclusión del saber del paciente, profesionalización formalizada, identificación ideológica con la racionalidad científica, la salud/enfermedad como mercancía, tendencia a la escisión entre teoría y práctica”.
En palabras de Taylor (2003) “el modelo biomédico asume que los procesos psicológicos y sociales son francamente independientes de los procesos de padecimientos físicos”. Esto implica un enfoque dualista, que entiende la mente y al cuerpo como unidades separadas e independientes, lo cual obviamente determina las prácticas de diagnóstico y tratamiento. En el modelo biomédico se aísla lo fisiológico “de todo el conjunto de relaciones que constituyen los significados de la vida, no considerándose que en la práctica médica se entra en contacto con personas y no sólo con sus órganos y funciones” (Czeresnia, 2006).
Es importante reconocer que, basándose en este modelo, la medicina ha obtenido valiosos logros y ha producido grandes progresos, ayudando a salvar las vidas de millones de personas y/o a mejorar su calidad de vida. Entendemos que es por esto mismo que este modelo sigue siendo hegemónico, a pesar de lo cual presenta algunas limitaciones, por ejemplo a la hora de explicar por qué algunos tratamientos funcionan para ciertas personas y no para otras, o por qué no todas las personas expuestas a condiciones consideradas patógenas contraen determinada enfermedad.
El modelo biopsicosocial brinda una explicación integral que logra aproximarse a las respuestas a estos interrogantes, ya que, como afirma Taylor (2003), adopta la teoría de los sistemas, al sostener que “todos los niveles de una organización en cualquier entidad están unidos entre sí en forma jerárquica y que el cambio en uno de los niveles facilitará cambios en todos los demás niveles”. Esto quiere decir que existen diferentes factores que pueden influir en la salud de una persona, y asimismo que cualquiera de esos factores podrá tener diferentes efectos de acuerdo a cómo reaccione el sistema como totalidad a ellos. A esto nos referimos cuando hablamos del ser humano como unidad, ya que no es posible reducirlo a uno solo de los aspectos que lo caracterizan.
Este modelo propone tener en cuenta los aspectos bióticos, psíquicos y sociales tanto en el momento del diagnóstico como a lo largo del tratamiento, e implica además brindar una importancia fundamental a la relación que se establece entre el profesional tratante y el paciente.
Es interesante destacar que “para este modelo, no existe la enfermedad sino los enfermos; es decir que el enfermar es un modo de ir siendo en el mundo con otros o una consecuencia de ese modo particular de ir siendo” (Mas Colombo et al., 2008).
Este modelo contribuye a evitar enfoques reduccionistas o unitarios acerca de la salud, como los que caracterizan al enfoque biomédico. Es importante que se siga trabajando para superar esta visión parcializada, avanzando hacia prácticas integrales de salud. Siguiendo a Mas Colombo et al. (2008), podemos afirmar que “toda manifestación del hombre involucra a su cuerpo, su psiquismo, su mente y al medio social en el que se desempeña”.
Este modelo es fundamental para cualquier abordaje que se desee realizar en salud en cualquier ámbito, pero cobra una relevancia fundamental en perinatalidad.
El modelo biopsicosocial en perinatalidad
Actualmente, son pocos los médicos que están formados desde esta perspectiva integral de la salud. Por lo tanto, la psicóloga perinatal podrá desde su rol contribuir a evitar enfoques reduccionistas acerca de la salud. En muchas instituciones será la función del psicólogo “traer” estos otros aspectos (lo social, lo emocional), que son generalmente dejados de lado en la atención actual de salud.
Si comprendemos que la mujer no “trae” un cuerpo para que el médico lo examine, se abre la puerta a todo el campo de la subjetividad en el proceso salud-enfermedad-atención.
Uno de los puntos fundamentales en perinatalidad, es que el modelo actual de atención biomédica implica una orientación curativa: es decir, hacer énfasis en detectar enfermedades y curarlas. Mientras que el enfoque biopsicosocial permite poner el foco en promocionar la salud y el bienestar de las mujeres y sus bebés. Debido a que en perinatalidad actualmente los procesos normales, no patológicos, están medicalizados, esto implica un doble riesgo, porque estamos hablando de personas que ni siquiera están enfermas. Sin embargo, se está tratando a las embarazadas como enfermas y al parto como un problema a resolver por los “expertos”.
Esto tiene que ver con otro punto importante del modelo biomédico actual que es, la exclusión del saber del paciente. Las mujeres en la atención actual son infantilizadas, y muchas veces sus puntos de vista, sus necesidades, deseos y sus intuiciones no son tenidas en cuenta. Mientras que una atención desde el enfoque biopsicosocial brinda voz, protagonismo a las mamás y sus bebés y sus necesidades.
Pensamos que es importante que se siga trabajando para superar esta visión parcializada, avanzando hacia prácticas integrales de salud ya que todo lo que sucede en nuestras vidas, y en el período perinatal en particular, involucra al cuerpo, a las emociones, a la mente racional y al medio social y tiene estrecha relación con el medio cultural también.
Referencias:
Czeresnia, D. (2006). El concepto de salud y la diferencia entre prevención y promoción. En D. Czeresnia & C. Machado de Freitas (Org.), Promoción de la salud. Conceptos, reflexiones, tendencias. (pp. 47-63). Buenos Aires: Lugar Editorial
Mas Colombo, E., Risueño, A. & Motta, I. (2008). Introducción a la Biopsicología. De la célula a la conducta. Buenos Aires: Erre Eme Ediciones
Menéndez, E. L. (2003). Modelos de atención de los padecimientos: de exclusiones teóricas y articulaciones prácticas. Revista Ciencia & Saúde Coletiva, 8 (1), 185- 207.
Taylor, S. (2003). Psicología de la salud. México: McGraw-Hill
